Un punto azul en el Mediterráneo by Eva Espinet

autor:Eva Espinet
La lengua: spa
Format: epub
editor: HarperCollins Ibérica S.A.
publicado: 2023-02-14T11:12:57+00:00

No habían salido de la ciudad cuando el vehículo se internó en un espeso bosque. La joven contemplaba fuera de sí las copas de los árboles que cubrían, como un manto umbrío, la carretera. Al abandonar el bosque y aproximarse el coche a un lago que no dibujaba sus límites, se hizo la luz. Lo rodearon durante diez minutos hasta alcanzar una zona de mansiones, jardines y calles arboladas donde chiquillos adorables, con trajes y vestiditos de hilo blanco, paseaban o jugaban bajo la atenta mirada de sus refinadas fräulein, con sus aros, triciclos y muñecas que recordaban a la adorada Mariquita Pérez, fiel amiga de Marina cuando era niña.

A escasos metros, el vehículo atravesó una enorme verja doble. Unos espléndidos jardines con macizos de boj, esferas vegetales, esculturas y fuentes con aguas danzarinas le dieron la bienvenida. Desde ellos, Marina divisó una hermosa fortaleza señorial: Villa Ritter & Von Schnitzler. La joven se quedó aturdida. Hans nunca le había descrito el lugar donde vivía. Era plenamente consciente de que su familia era muy rica, si bien no imaginaba tanta fastuosidad. Aquel momento sublime le confirmaba, una vez más, la humildad de Hans: nunca se le ocurrió presumir de vivir en la opulencia, ni de los títulos nobiliarios de su madre, ni de la fortuna de su padre. Más tarde, Marina supo que se hallaba en Wannsee, la zona residencial de la élite de Berlín y también el lugar donde se tomaron las decisiones más terribles de esa guerra.

Tan pronto como el chófer fue aminorando la velocidad, Marina comenzó a preocuparse. Se daba cuenta de que, para empezar, no iba vestida de manera adecuada para la ocasión, pero, además, le aterraba conocer a la madre de Hans, una estirada aristócrata con un absoluto dominio sobre su hijo. ¿Cómo debía comportarse ante ella? Por ahora, la salvaba de esta situación embarazosa la relación afable que mantenía con el señor Ritter y, aunque era un hombre serio y poco afectuoso, siempre se había mostrado muy cordial con ella. Esperaba que, al conocerla en persona, la familia dejase a un lado los prejuicios clasistas y se congraciase con ella.

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